“Hay partes del entrenamiento que no queremos que haga”, dice Mike Brown, entrenador de los Cleveland Cavaliers, refiriéndose a uno de los fichajes estrella de la temporada, Andrew Bynum. El que fuese nº10 del Draft de 2005 y a la postre jugador más joven en debutar en la NBA (18 años y 6 días) no termina de recuperarse completamente de sus continuas lesiones en las rodillas y en EEUU el murmullo sobre su reaparición cada vez es más fuerte.
Tras firmar un contrato a razón de
cerca de 25 millones de dólares por dos temporadas con la franquicia
de Ohio, sus fans están deseosos de encontrar una nueva figura que
acompañe a Kyrie Irving a reclamar el trono del antiguo rey de la
ciudad. Y es que no solo no ha sido descartado para el primer partido
de la temporada (miércoles contra Brooklyn), sino que se espera que
incluso tenga unos minutos. No obstante, Bynum hace poco que
tímidamente ha empezado a retomar el contacto con el parquet y los
suaves ejercicios de equipo, por lo que todo apunta a que aun habrá
que esperar tiempo para ver su mejor nivel. Lejos queda su dominancia
mostrada en 2011 y 2012 con los Lakers (casi 19 puntos y 12 rebotes
por partido, siendo elegido titular en el All-Star). Después de
perderse toda la temporada pasada con los Sixers a causa de sus
maltrechas rodillas, en noviembre de 2012 sufrió una recaida por jugar a los bolos. Con solo 25 años aun, Bynum ha ido progresando
paulatinamente hasta convertirse en el gran rival por la hegemonía
del puesto de pívot de Dwight Howard, llegando a ser considerado el
hombre alto más talentoso y dominante en ataque de toda la
competición.
Si el natural de New Jersey
consigue volver a la competición al mismo nivel en que la dejó, los
Cavs tendrán algo que decir en la lucha por los puestos de honor en
la Conferencia Este. En caso contrario, es posible que Bynum haya
metido el pie en una fosa que quizás sus 2,13 de altura no puedan
solventar a la hora de conseguir nuevos y lucrativos contratos y
mantener su estatus de estrella en la Liga.
Cándido Robles
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