“Con
el número 1 del draft es elegido…”
No
importa el nombre que se pronuncie. Sea el que sea, su futuro a corto plazo
parece claro: escrutinio máximo de todos sus actos, esperanza para una
franquicia desesperada, galones desde el inicio y relevancia dentro del equipo.
En ningún caso se espera que ese nombre esté involucrado en continuos rumores
de traspaso desde el primer momento, menos aún si se trata de la promesa más
esperada desde LeBron James.
Con
tanto bombo y platillo, tanto ‘tanking’ y tanta etiqueta de mesías, no deja de
ser paradójico que haya sido la decisión del propio James la que haya dado un baño de
realidad al por muchos dictaminado como su sucesor: un novato es un novato y,
aunque se llame Andrew Wiggins, es alguien que no ha demostrado nada a nivel
profesional.
Hasta
ahí de acuerdo, pero punto.
Y
es que si bien la situación actual es totalmente lógica desde el punto de vista
de Cleveland (vuelta del hijo pródigo, cambio drástico de planes, necesidad de
inmediatez de resultados), la manera de llevarla por parte de la franquicia ha
sido, por enésima vez, paupérrima.
Nadie
reprocha a Dan Gilbert que haya querido hacerse con Kevin Love, pero lo que no
se puede hacer es mandar señales contradictorias continuamente a un chico de 19
años, diciendo que ante los medios que es intraspasable mientras trasciende que
la operación con Minnesota está hecha y se formalizará (si no interviene la
NBA) cuando pase el mes obligatorio tras la firma del contrato por parte del
rookie.
No
debe ser fácil de asimilarlo para Wiggins, estrella en todas sus etapas de
formación y una promesa que ha generado tanta expectación que hasta ha sacado a
la palestra un tema como el tanking descarado. El canadiense lleva siendo años
el jugador deseado por todos, solo para hacerse profesional y descubrir que hay
quien no le considera tan especial. Un duro golpe, sin duda, que no hace si no
aportar más valor a sus maduras palabras aceptando el traspaso, que la NBA es
un negocio y diciendo que lo mejor para él es ir a un equipo en peor situación,
pero del que pueda ser la primera espada.
Andrew
ha dejado claro que tiene la mentalidad adecuada, que quiere ser un profesional
y que tanto le da Cleveland o Minnesota, lo importante es tener tiempo y
espacio para poder desarrollarse como jugador e intentar alcanzar todo su
potencial.
Un
comienzo inesperado, pero comienzo al fin y al cabo, que es a lo que aspiran todos
aquellos que se presentan al draft.