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Si de algo no cabe la menor duda, es de que la NBA guarda bajo sus sabanas un sinfín de historias que sacar a luz. Relatos de pérdidas y ganancias, de glorias y tragedias. Testimonios que esconden los entresijos de las vidas de miles de jugadores. Historias de conflictos, de barrios marginales y de superación. Y una de ellas es la vida de Caron Butler. 

“Siendo niño, tú puedes ir al colegio cada día, pero allí no vas a notar ningún impacto inmediato. Sin embargo, estando en la calle, en un esquina vendiendo droga, en cuatro o cinco horas puedes ganar hasta 1.500 dólares”. Palabras tristes en boca de cualquiera, pero más escalofriantes aun viniendo de un chico que ha logrado escapar del amargo abrazo de la delincuencia, hasta convertirse en una estrella de la NBA. Un ejemplo más del poder del deporte.


Caron Butler nació en 1980 en Racine, una pequeña ciudad situada en el estado de Wisconsin. Como otros tantos chicos, el veterano jugador creció dentro de un núcleo familiar complicado. Ya desde niño tuvo que asumir la ausencia de una figura paterna y sus únicos pilares en la vida eran su madre y su tío Carlos. 


No obstante, su tío pasaba la mayor parte del tiempo entre rejas, y cuando estaba en libertad el mundo de la noche era su hábitat común. Lo que produjo que Butler se decantase por seguir los pasos de la única figura masculina en la que se pudo ver reflejado. Caron comenzó a hacerse hueco en las frías calles de su ciudad, mientras combinada el reparto de periódicos, oficio que le servía de tapadera para no preocupar a su madre. 

Muy constantes fueron sus pasos por comisaria ya desde una edad muy temprana, y su historial se fue inflando de delitos a medida que iba creciendo. Tal fama fue ganando su nombre, que las autoridades, que no le quitaban ojo de encima, decidieron un día registrar su taquilla del instituto, dentro de la cual se encontraron más de 1000 dólares en droga y una pistola del calibre 32. 

Caron fue condenado a 9 meses de correccional. Nadie apostaría entonces porque su futuro fuese a ser de un color más claro que el del mundo por el que se movía. Su preludio indicaba una vida al amparo de la supervivencia. Y nadie lo iba a sufrir más que su propia madre, quien, entre lágrimas, veía como su pequeño dejaba de ser un niño a causa de un mundo que cada día se llevaba las vidas de otros tantos como él. 

Dentro del reformatorio ocurrió lo que nadie esperaba. Una pelea con otro chico de allí le provocó el arresto a una celda de aislamiento. Él aún no lo sabía, pero aquella experiencia iba a cambiar su vida. Completamente apartado del mundo, Caron comenzó a leer y a la reflexionar sobre sí mismo. Después de un duro ciclo de gestación y lecturas, el conflictivo muchacho volvía a nacer. 

En agosto de 1996, Butler salió del correccional y juró a su madre que jamás volvería a ser el de antes. Ambos se mudaron de barrio y el chico encontró empleo en un local de comida rápida. Aquello parecía indicar que todo iba por el camino correcto. Sin embargo, un nuevo traspié se cruzaría en su vida. La policía le detuvo, tras haber encontrado marihuana en el garaje de su casa. Pero Caron había cambiado realmente. Asustado, pero consciente de su inocencia, no cesó en su empeño por defender que la droga no era suya. 

Por suerte, la vida le sonrió por primera vez. El agente de policía Rick Geller vio la verdad en sus ojos y fue el encargado de ayudarle a escapar definitivamente de aquel infierno. El hombre que, muy fan de los Bucks, vibró con canasta que el actual jugador anotó con la franquicia verde, y el mismo que le felicitó por su fichaje por Oklahoma. El tipo al que siempre le estará agradecido. 


Butler cumple ahora su decimoprimera campaña en la mejor liga del mundo. Ha pasado por hasta 7 franquicias y se ha embolsado cerca de 80 millones de dólares. Además, ha sido seleccionado 2 veces para el ‘All Star’ y 1 vez elegido en el mejor quinteto ‘rookie’. A día de hoy viste la camiseta de los Thunder y posee altas posibilidades de alzarse con el anillo esta misma temporada. Caron pudo dejarse la vida en las calles de Racine, pero decidió superarse a sí mismo. Y lo logró, con el baloncesto en la venas.



(Foto: Mark D. Smith-USA TODAY Sports)

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