Al fin volvió la NBA. Más de 4 meses después (el último partido fue el 20 de Junio) ya tenemos una nueva temporada de la mejor liga de baloncesto del mundo. Y vaya cómo ha empezado. Los actuales bi-campeones (tras recoger el anillo del año pasado) han recibido en el American Airlines Arena a los considerados como máximo rival suyo este año para el anillo, Chicago Bulls. La vuelta de Derrick Rose y su enfrentamiento contra Lebron centraban el partido y daban esperanza a el equipo de Chicago. Pero los Heat no se han achantado ante la reaparición de Rose y ha dominado el partido con autoridad, demostrando su superioridad y su firme candidatura para el three-peat.
Tim Thibodeau ha planteado mal en partido con una defensa zonal que, salvo el primer cuarto, no ha funcionado y ha provocado el 17-0 en 4 minutos de Miami para poner tierra de por medio y sentenciar el partido antes del descanso. Los campeones aprovecharon la mala defensa de Chicago, algo impropio en la franquicia, para masacrar a base de triples. Battier, con 4/4 en triples, y Ray Allen, 3/6 en triples, lanzaban solos a canasta. A partir de ahí el partido no fue más que un monólogo de Miami que se mantuvo en una diferencia de 20 puntos hasta el último cuarto donde, como siempre, Chicago apretó para maquillar el resultado y para hacer ilusionar a los ilusos que aún creían en la remontada.

Miami pues fue muy superior y eso que empezaron mal. Chicago, comandado por un Rose que anotó la primera canasta de su equipo de la temporada, se puso por delante rápido y así se mantuvo hasta el final del primer cuarto. Poco le iba a durar la alegría. Miami apretó en ataque y mientras Mike Dunleavy se jugaba demasiados tiros de tres sin acierto.
Cabe destacar que gracias a Boozer el equipo se fue (solo) perdiendo por 20 puntos, 58-78 abajo al final del tercer cuarto. El ala-pívot acabó anotando 31 puntos de los 95 de su equipo con una gran actuación en la zona que volvió locos a "Birdman" Andersen y Chris Bosh. El otro jugador que se salva de la quema en los Bulls es el joven Jimmy Butler. Él fue el que, con varios robos y canastas, dio esperanzas a Chicago que llegó a ponerse a ocho y con opción de bajar la diferencia a seis puntos a falta de 2 minutos para el final. Eso no ocurrió y Lebron cerró el partido con una canasta a falta de poco más de un minuto para el final que dejaba la diferencia en unos once puntos insalvables para el equipo entrenado por Thibodeau.
El resultado final fue 107-95 para los locales. Esos 107 puntos de Miami son una muestra clara de la mala defensa de los Bulls a partir del segundo cuarto ya que éstos acostumbran a recibir una media de no más de 90 puntos por partido.
Miami sigue ganando y no tiene pinta de que quiera parar. La superioridad en el día inaugural ante uno de sus máximos rivales ha sido aplastante y sin la mejor versión de Lebron James o Dwyane Wade. Chicago por su parte ha demostrado ser dos equipos diferentes con Rose en "modo on" y con Rose fuera del partido. En el primer cuarto con el base activo en el juego se pusieron por delante pero a partir de ahí el base desapareció del partido y Chicago se convirtió en el mismo equipo irregular y luchador que vimos la temporada pasada.
Falta mucho para el final de temporada pero Thibodeau tiene trabajo por delante si quiere convertir a sus Bulls en un serio aspirante al título. De momento Miami sigue demostrando que, a día de hoy, son los mejores.

