Puede
que llegásemos a comprender y valorar en su justa medida la
importancia y la dimensión del reciente galardón recibido por el
#33 de los Grizzlies si apareciésemos de repente en una noche cerrada
de un callejón cualquiera del Baltimore de The Wire, y
toparnos de frente con “hermanitas de la caridad” como Andrew
Bynum, Sheed Wallace, Kevin Garnett, Roy Hibbert, Kendrick Perkins o
DeJuan Blair o Joakim Noah, dispuestos a todo menos a darnos caricias
y besos manteniendo así su castidad divina.
Y esto es justo con lo que se ha encontrado Marc Gasol durante años y, a diferencia de cualquiera de nosotros en la situación antes mencionada y de la que todavía tengo un nudo en la garganta de imaginármela, ha salido victorioso como acredita su premio como Jugador Defensivo del Año en la liga más fuerte del planeta basket.
Ya
no queda nada de aquel chico del que se llegó a decir en su etapa de
instituto que no llegaría a ninguna parte por su “cariño” por
las hamburguesas. Si Pau es un ejemplo de talento, Marc lo es de
trabajo y constancia. Sus números de instituto fueron incontestables
y su equipo llegó a vencer en 26 de los 32 partidos que constaba la
temporada. Y dejo a un lado sus estadísticas personales aquí
porque, aunque fueron de otra galaxia, lo que siempre ha destacado de
Marc, desde el principio es su trabajo de equipo, hacer mejores a los
suyos y eso, los intangibles, no tienen precio.
Conviene
recordar que no todo ha sido un camino de rosas, y Marc ha vivido
momentos duros, llegar a España y encontrarse de frente con Dusko en
aquel Barca debe ser peor que estar entrenado por el Coach Taylor
el día después de una derrota de los Panthers de Dillon en Friday
Night Lights acompañado de Herman Boone, el implacable
entrenador encarnado por Denzel Washington en Titanes.
Pero
el caso es que nuestro protagonista, inteligente como pocos, y de ahí
una de las claves de su éxito (siempre he pensado que un jugador
grande con un buen “coco” tiene todas las posibilidades del mundo
para triunfar en este juego) se tomó la experiencia como una parte
más del proceso de aprendizaje que estaba siguiendo y que daría sus
frutos cerca de allí, en el casi impronunciable Akasvayu, surgido de
la creciente burbuja inmobiliaria de aquellos años y que explotó al
mismo tiempo que lo hacían todos los que se subieron a ese carro y
que hoy nos ha dejado todo como un solar.
Allí
todo fue bien, y en su segundo año fue 11 veces Jugador de la Semana
superando los registros del mismísimo Sabonis, que maravillaba en
Portland con sus “no look pass”, siendo MVP de la Liga
Regular y el Center del quinteto ideal de la Liga. Ahora me los
imagino y la verdad, a mi se me parecen.
Era
el momento de cruzar el charco y, elegido por Los Ángeles Lakers y
traspasado a Memphis Grizzlies, allí se fue, podría decirse que
estaba de vuelta.
Ese
es el mérito de Marc, que se ha mantenido siempre en unos números
muy similares: entre los 11 y 15 ppp; alrededor de 7 rebotes y algo
más de 1 tapón por partido, pero que ha mejorado a sus compañeros
de manera exponencial. En una liga como la NBA, donde la estadística
está trabajada hasta el milímetro, Marc es uno de los mejores
jugadores defensivos de su historia con un 95.4 de eficiencia
defensiva (mide los puntos que recibe su equipo con el jugador en
cancha) sólo superado por el mejor Alonzo Mourning, Kevin Garnett y
MWP cuando aún se le conocía como Ron Artest y no enviaba tweets al
Dalai Lama. Casi nada, Dikembe Mutombo, ese del que todos recordamos
vídeos interminables de tapones, intimidaciones y recuperaciones
épicas, esta por detrás de nuestro protagonista.
Luego
ya están otros como Kendrick Perkins, que ha calificado el premio
como “decisión terrible” o que asegura que “la NBA regala sus
premios”, entiendo su corporativismo, además es hacia Serge, lo
cual también me alegraría, pero declaraciones como estas, viniendo
de quien vienen, deja a las claras que el premio es aún más
merecido.
Lo
más maravilloso de todo es que Marc, además de todas estas
cualidades, y de sus infinitos “intangibles”, tan importantes
para la química de un equipo, es que sigue mejorando e el apartado
ofensivo y derrocha cualidades de cara al aro. Este ALL STAR, merece
cada dólar que recibe de Grizzlies.
Y
esta es la historia, Marc no fue ese bonito árbol al que todos
regaban y admiraban cada vez que florecía en primavera. Él es ese
cactus que, en la soledad del desierto ha sobrevivido, se ha adaptado
al medio, rodeado de escorpiones con el aguijón preparado para
atacar y soltar su veneno para acabar con él. No lo han conseguido,
es listo, la selección natural esta ahí, él es un superviviente,
ha sabido de quien aprender y ahora el enseña a otros porque Marc,
ahora es un nombre propio. Enhorabuena.
Alberto Alcalde
Twitter: @betotwiti