SÍGUENOS

|

NBA

Vídeos

Noticias

Opinión

Fichajes

Lesiones

Historia

NCAA


Hace tan solo cuatro días que los Pacers cayeron eliminados en el sexto partido de la final de la Conferencia Este frente a Miami Heat. Cuatro días desde que el mejor equipo de la zona del Atlántico vio como naufragaban sus opciones de disputar la serie por el anillo y siendo de nuevo ejecutados por el mismo verdugo. Una eliminación que quizás haya sido positiva para el futuro de la plantilla, viendo el juego que estaban desplegando en las últimas semanas.

No obstante, el proceso de autodestrucción de Indiana no es algo que haya sido provocado de inmediato. Los Pacers, desde hace unos meses, venían inmersos en una fase degenerativa, que se camuflaba con el buen hacer de sus mejores jugadores, pero que ha terminado por contagiar a todos hasta no llegar a reconocerse ni a sí mismos. Un equipo al que le han llovido los elogios (yoincluido). La mejor defensa de la liga, al servicio de un ataque vistoso y efectivo, que a la postre solo podía deparar éxito. Una plantilla exenta de egocentrismos, en la que nadie se creía más que nadie. Y así fue, hasta que el virus generó anticuerpos y la catástrofe se hizo patente.

Larry Bird conoce ese germen mejor que nadie. Lleva años lidiando con él intentado sacarlo de ese mundo de torpeza en el que se encuentra inmerso. El individuo del que hablo tiene nombre y apellido; Lance Stephenson. Aunque así lo deseáramos, no todas las personas nos influyen de manera positiva. Algunos, ya sea inconscientemente o no, afectan a nuestros códigos de valores y a nuestros propósitos. Stephenson representa claramente al chico que tu madre te pedía que evitaras. Bird intentó cambiarle, pero ha acabado siendo él el que ha trasformado al resto de la plantilla.

Bien es cierto que el ‘1’ de Indiana guarda dentro de sí un talento innegable. No hay duda de que cuando no piensa en nada más que en el juego y se aplica de manera lícita, es capaz de poner en práctica unas prestaciones al alance de muy pocos, tanto en defensa como en ataque. El problema radica en que esas veces son minoría absoluta en comparación que las que pierde las formas. La última fue el numerito de soplarle en la cara aLebron James, pues para él todo vale con tal de ganar.

Lance Stephenson encarna la figura del egoísmo llevada a la enésima potencia. Nacido y criado en las canchas callejeras de Nueva York, donde todo es apto con tal de sacar beneficio propio. Insultos, burlas y provocaciones son algunas de sus armas favoritas para tomar el protagonismo de un partido. Una ignorancia que el mismo se crea para salvaguardarse de cualquier intento de caer derrotado, lo que para él supone una humillación. Y esa ignorancia no le deja ver más allá de sus zapatillas.

Indiana ha visto como una de sus estrellas acumula partidos consecutivos sin anotar y sin capturar ni un solo rebote. Como su jugador franquicia amasaba el balón y se dirigía directo a la canasta sin un objetivo definido, sin ni siquiera él saber el sentido de la acción. No quiero decir con esto que Stephenson haya sido el único problema de los de Frank Vogel, pero si es cierto que ha sido uno de los mayores detonantes.


Posiblemente no haya recapacitado mucho sobre su forma de comportarse. Lo seguirá haciendo, llámese instinto o necesidad. Alejarse del problema es muchas veces la opción correcta. Mientras, él seguirá riéndose del mundo, sin saber que es el mundo el que se está riendo de él.

«
Next
Entrada más reciente
»
Previous
Entrada antigua
blog comments powered by Disqus